Bajo el seudónimo JAN se oculta Juan López Fernández (Toral de los Vados, León, 1939), historia del cómic en castellano. JAN es un hombre afable que debe su conocimiento (y su reconocimiento) esencialmente a su personaje Superlópez, nacido como parodia del género de superhéroes y evolucionado en voz cívica y social. En sus historietas hay más denuncia y reflejo de la realidad que en todas las de sus contemporáneos generacionales e «institucionales». JAN perteneció a la «troupe Bruguera«, un conjunto de autores que desarrollaron de manera estajanovista un tipo de cómic humorístico y para todos los públicos durante décadas. Nuestro entrevistado nos habla de ese pasado, del presente y, por supuesto, de su obra. Y también de los petisos carambanales, entrañable patrimonio del tebeo español.

Todas las imágenes han sido publicadas con el permiso expreso de la editorial y del autor.

Fabulantes: Perteneces a una generación de autores que hacían “tebeos” en vez de cómics o novelas gráficas. ¿Qué ha hecho cambiar, en tu opinión, la percepción del medio en el que trabajas? ¿Has notado personalmente ese cambio?

JAN: No creo que sea un cambio… en la época de los “tebeos” primaba un tipo de historieta basado en el chiste tonto, como los de Bruguera; hoy también se puede hacer, o sea que se han potenciado otros tipos y géneros de cómic y les ponemos nombres a tono. “Novela gráfica» queda más moderno: lo que tiene es la extensión y el público al que va destinado.

F: Hablemos de tus orígenes en Bruguera hace ya cuatro décadas -que se dice pronto-. Según creemos, teníais que trabajar en plazos maratonianos. ¿Puedes contarnos cómo se hacían las cosas entonces? ¿Cuáles son tus recuerdos más vivos?

J: Lo que más recuerdo es el total desinterés por la cosa cultural: solo hacían productos mercantiles masificados, o sea lo que se vendía más y mejor. Eso conlleva que no se preocupaban del mañana y por eso hoy no tenemos buenos lectores de cómic, algo por lo que envidio a Francia, por ejemplo. Lo que más me afectaba es que al no respetar al autor, retocaban, manipulaban como les parecía y sin pedir permiso… Los plazos también los tengo hoy y son producto de aquella época aunque son más lógicos y se me respeta más como autor.

F: ¿Cómo ha cambiado el oficio de dibujante-guionista desde 1970 hasta ahora?

J: Desde aquello de entregar un día a la semana y cobrar en una ventanilla que parecía la taquilla de la RENFE a hoy hay bastante diferencia, pero lo más visible sigue siendo el respeto al autor, aunque todavía hay cosas que mejorar.

F: Eres un caso anómalo dentro del medio porque, salvando excepciones, en la mayoría de tu trabajo has sido a la vez escritor, dibujante y entintador. ¿Cómo llamas a tu profesión? ¿Cómo te autodenominas?

J: Autor de cómics naturalmente, ¿what else?  Las excepciones fueron generalmente forzosas. Depender de otros era como montarme una empresa con empleados y generalmente no me daban el peso. Yo no busco montar un tren de montaje de cómics, ni depender de otros que no suelen compartir mi concepto de las cosas…

Lo que más recuerdo de mis tiempos en Bruguera es el total desinterés por la cosa cultural: solo hacían productos mercantiles masificados, o sea lo que se vendía más y mejor. Eso conlleva que no se preocupaban del mañana y por eso hoy no tenemos buenos lectores de cómic

F: Muchas veces nos choca el trabajo de los entintadores. ¿Cómo suelen trabajar? ¿Por qué decides prescindir de ellos y hacer tú todas las labores?

J: Desde un principio no me tiró nada eso de tener entintador, rotulista, colorista, ni chico de los recados. Por lo que llegué a ver, se trataba de dibujar a lápiz y entregar a la editorial esos dibujos para que sean terminados por un entintador. El colorista igual… En los 70-80 la figura que más se usaba era la del propio grabador, lo que me dejaba un estrés de consideración viendo los resultados en Pulgarcito o Superlópez. Hoy tengo que sentirme muy agradecido a (el editor) Jordi Coll por su trabajo de restauración en Don Talarico y Pulgarcito.

F: En Cómo se hace un cómic (María Dolors Alibés y Jan, editorial Onda, 1990), un librito muy didáctico sobre el que luego te preguntaremos, vemos el proceso de elaboración de una página que tiene al villano Escariano Avieso por protagonista. Eso nos induce a preguntarte por el tiempo que empleas en hacer una página. ¿Cuánto te lleva además hacer un cómic (desde el momento en el que se te ocurre la idea hasta que la rematas)?

J: Generalmente cuatro meses, si te refieres a los álbumes de Ediciones B de 46 páginas. Gasto un mes escribiendo y reuniendo documentación y tres dibujándolo. Al final envío un DVD con todo terminado. Pero en la época del libro que citas el color lo realizaba directamente en el papel con acuarelas líquidas (anilinas), tal como se ve en las fotos. Hoy uso ordenador y, contrariamente a lo que aseguran por ahí, no voy más rápido: tardo lo mismo.

No busco montar un tren de montaje de cómics, ni depender de otros que no suelen compartir mi concepto de las cosas…

F: Pasaste varios años de tu vida en Cuba, aunque también volviste a España joven. ¿Qué recuerdas de la isla? ¿Ha influido de alguna manera en tu trabajo?

J: Claro que sí: allá pasé mis 20 años y me aportó madurez; además, mi profesión, por vocación, eran los dibujos animados, cosa en la que fracasé debido a mi sordera total, que me dificultaba dirigir equipos humanos: eso me decantó al cómic y así me quedé. Creo que mis diez años en Cuba fueron decisivos en mi formación, pero no hubiera podido desarrollar allá una carrera como la que he tenido aquí.

F: Hemos leído que muchas veces la inspiración te encuentra leyendo el periódico. ¿Qué periódico lees y cuáles son las noticias que más te han chocado últimamente?

J: Se trata de sacar ideas de la realidad, reflejarla, otra cosa sería hacer cuentos de hadas ¿no? Solía leer Avui (periódico en catalán desaparecido en 2011) y El País, pero no le hacía ascos a ningún otro diario. Actualmente leo cualquier diario: El Mundo, El País o La Vanguardia, así como  las noticias de la televisión. Y sé leer entre líneas.  Todas las noticias son importantes pero no me chocan porque todo lo que ocurre hoy es consecuencia de algo anterior y lo puedes casi prever… Basta con tener memoria. Hoy me fijo bastante en Ucrania y en la cortedad mental del actual gobierno.

F: Con Superlópez, siempre invitas la reflexión sobre los problemas sociales. En el cómic Los recortaplanetas utilizas a unos alienígenas como motor de la denuncia de la corrupción urbanística. En El gran desahuciador, los extraterrestres echan a la gente de sus casas. ¿Te parece que el estallido de la burbuja inmobiliaria es el peor problema que afecta a España? ¿Por qué?

J: Eso es toro pasado; el peor problema está en los políticos, a los que solamente les importa su carrera, y en los ciudadanos que tienen muy poca cultura política…  No confundamos a los actores con las consecuencias. La explosión de la burbuja ésa ya se veía venir y no me pilló despeinado. Hoy me preocupa la tendencia de basar el desarrollo en el juego y el turismo.

 F: A bote pronto, se nos ocurren otros conflictos sociales donde también nos pega el héroe con capa. ¿Podremos encontrar a Superlópez en lugares como la valla de Ceuta y Melilla?

J: De nuevo eso es confundir los autores con las consecuencias, y son consecuencias que vienen de lejos. África y sus problemas son creación nuestra, de Europa y Estados Unidos, y admiro a esa gente que no tiene otra salida para lograr una vida digna que arriesgar la vida de esa manera. Los peores dictadores de África, como Idi Amin Dadá (ex dictador de Uganda desde 1971 a 1979), fueron creados y “colocados” por los países europeos.

F: ¿Y en las manifestaciones de Madrid? ¿Estaría rodeando el Congreso, dentro de él con los diputados, o viéndolo todo, desencantado, por la televisión?

J: Yo sí, pero Superlópez no es así. Sus motivaciones son sus compañeros, son los que le deciden a actuar, pero nunca en función de «salvador de la humanidad» porque ése es el concepto de los «salvapatrias» y las mentalidades extremas. Y es que yo no creo en los superhéroes ni demás especímenes por encima de la realidad. Superlópez es humano y usa la tele para ver fútbol, como todos. Yo me llevaría palos y no solucionaría nada: hemos de hacerlo entre todos.

Todas las noticias son importantes pero no me chocan porque todo lo que ocurre hoy es consecuencia de algo anterior y lo puedes casi prever… Basta con tener memoria

F: En El ladrón del tiempo, de nuevo Escariano Avieso pone en aprietos a Superlópez y a la humanidad robando objetos de tres dictadores cuando son jóvenes (Franco, Mussolini y Hitler). ¿Qué te parece el “revisionismo histórico” que está implantándose ahora, sobre todo desde ciertos sectores de la derecha? ¿Puede entenderse ese cómic como un ejercicio de memoria histórica, un esfuerzo para que no se olviden ciertas atrocidades cometidas?

J: Exactamente, eso es lo que me planteaba. La falta de memoria histórica es lo que impide avanzar a una nación, por eso la historia siempre la escriben los vencedores. Yo tengo bastante memoria y, por eso, aunque apruebo la Transición y agradezco el papel del Rey en ella, hubiera preferido que nos hubiesen devuelto la República que les quitaron por la fuerza bruta a nuestros padres y abuelos. Esto es tener memoria histórica, lo demás son naranjas.

F: Una de las características que más brillan de Superlópez es su civismo: no sólo combate contra villanos, también educa en valores. ¿Te impusiste este elemento fundamental desde el principio, viste que había una carencia en el medio y decidiste llenarla o surgió como algo improvisado?

J: No sé, creo que está presente en mis cómics sencillamente porque yo soy así. Pero no pretendo imponer mis verdades. Toda obra es un reflejo de su autor en mayor o menor medida. Eso sí: carencias hay muchísimas y ya lo veo como algo irremediable. Prefiero no pontificar aquí.

No creo en los superhéroes ni demás especímenes por encima de la realidad

F: Ya que acabamos de mencionar dos de tus últimos álbumes, no nos podemos olvidar del Supergrupo. ¿Cómo ha sido volver a trabajar con Efepé? ¿Tenías ganas? ¿Os habéis encontrado muy cambiados? ¿Y el Supergrupo, ellos habían cambiado más o menos que vosotros?

J: Ganas ninguna, era necesidad editorial ya que las ventas bajan que da pena y no creo que haya solución. El Supergrupo es muy popular y gusta, lo sé y comprendo los problemas de la editorial, pero para mí representa volver atrás. A Francisco Pérez Navarro (nombre de Efepé) lo encontré más maduro en cuanto a guionista del Supergrupo: igual, más profesional si cabe. Yo sí que estoy más viejo.  Creo que el Supergrupo no ha cambiado en nada ni le conviene cambiar, es lo que quiere la gente  y siempre he dicho que siempre hay quien quiere ver “Els Pastorets” (representación teatral típica catalana de las fiestas de Navidad).

F: Sabemos que faltan en tu biblioteca algunos de los cómics de Superlópez. ¿Cuáles son? ¿Te dedicas a buscarlos en los Salones?

J: No, nunca voy tras un cómic. Más bien voy tras ideas y eso está también en la calle. No colecciono cómics y prefiero leer libros. A veces miro lo que ha salido recientemente por estar medianamente al día pero no intento competir. Yo, a mis historietas.  Además, la mayoría de los autores jóvenes son mejores que yo, prometen, y no tengo nada que decirles.

F: Y, de los cómics que has hecho, ¿cuál es tu obra favorita? ¿Y cuál es la que, sin ser tuya, te gustaría haber hecho?

J: No suelo pensar en eso, prefiero mirar para adelante e intentar mejorar lo hecho. Eso sí, creo que algunas historias me salieron más redondas que otras dependiendo de la época en las que las hice, como La Caja de Pandora, El Infierno, La feria de la muerte, Los ladrones de Ozono… Pero de preferidas… la próxima quizás.

 F: Firmaste Cómo se hace un cómic, en el que enseñabas los trucos de la profesión hace 20 años. Si tuvieras que reeditarlo, ¿cómo lo actualizarías? ¿Ves factible y útil sacar un libro así ahora mismo?

J: Forzosamente añadiría una sección de informática ya que la utilizamos mucho y da mucho control sobre la calidad del trabajo y su reproducción. No sé si es factible reeditarlo pero he tenido ofertas para ello. En mi opinión, corresponde a una época pasada, y de hacer otro sería diferente, aunque hay muchas cosas que son eternas. Creo que no es viable económicamente ahora.

Para mí, el Supergrupo representa volver atrás

F: Viaje al centro de la tierra, La divina comedia o El señor de los anillos son algunas de las obras literarias que has adaptado «a lo Superlópez». ¿Queda alguna otra novela con la que te gustaría trabajar?

J: Tal vez Nuestro hombre en La Habana de Graham Greene, pero me “duele” tanto Cuba que no quiero tocar el tema… De todas maneras me interesa sobre todo la actualidad y ésta no siempre está en los libros.

F: Observamos que además hay una notable presencia de la ufología en tus cómics. ¿Es simplemente recurso, es una parodia, es algo más…?

J: No hombre, yo jamás he creído en los OVNIS. Precisamente por eso, siempre he tendido a criticar esas cosas. La contracultura y todo eso me da respeto porque es un esfuerzo creador, digno de mejor causa, y lía a la gente que no veas… En La caja de Pandora hice precisamente eso: crear una teoría propia utilizando las diferentes mitologías clásicas y casi me creo capaz de montar una secta (inventiva no me falta), pero soy demasiado honesto para creerme Dios, o así lo pienso.

F: Es inevitable preguntarte también por tus personajes favoritos: ¿cuál es el secundario al que tienes más cariño? ¿Y qué villano prefieres?

J: Los personajes solamente son excusas para contar una historia, peones, marionetas, y un reflejo de mi mismo. Actúo como si yo fuera ellos, todos ellos. Lo que me interesa son las historias y escojo los personajes en función a éstas. O sea, que no tengo preferidos. Me dan igual, soy todos yo.

 F: ¿En qué momento decides dar el salto a las páginas que dibujas y retratarte como personaje? ¿Qué quieres aportar desde dentro?

J: Eso son divertimentos ocasionales sin propósito ninguno. No he dado ese salto ni me interesa… Un dibujo basado en mí mismo es solamente un personaje más. ¿Qué más da? También salen algunos amigos o amigas y no se lo he dicho.

F: Nuestro director artístico, Nuño Conde, es un enamorado de los petisos carambanales. Le haría muy feliz si pudieras contarnos su origen, cómo te surge la idea y algo sobre ellos.

J: Cuando leía sobre los UFO y las teorías de la contracultura encontraba temas sobre ectoplasmias, o sea formar seres con la fuerza mental colectiva. Y me imaginé esos seres amarillos a partir de eso. No hay misterio  en ello: solamente son recursos visuales que intentan mantener la atención del lector y me funcionan, igual que cuando dibujo bichos, moscas u objetos por los suelos. En resumen: los petisos son ectoplasmas escapados.

F: A diferencia de otros autores que llevan muchos años con los mismos personajes, tú siempre has procurado innovar, hacer algo distinto, que Superlópez envejezca y se enfrente a otros problemas o desde otras perspectivas… ¿Lo haces para no aburrirte de llevar el mismo traje durante 40 años o es una consecuencia de la evolución de tus lectores? Algunos de los que empezaron a leerte ya estarán esperando nietos.

J: Es un intento de ganar nuevos lectores. No puedo cambiar a Superlópez ya que no sería el mismo y no se aceptaría, pero para actualizarlo puedo añadirle secundarios jóvenes con modas y mentalidades actuales, incluso en argot, que le den el contrapunto, y eso es lo que hago de vez en cuando. Las patillas blancas se deben a eso, para remarcar esa diferencia. No hay otra manera, si no es dibujar siempre igual, como el Zipi y  Zape de Escobar; eso sí que hubiera sido aburrido de verdad. Hay que buscar la manera de desarrollar el personaje y actualizarlo a pesar de que los lectores iniciales me reprochen aquello de que “antes era mejor”. El público no te deja desarrollarte artísticamente ni hostias, y es algo a lo que tengo derecho y obligación si me creo autor.

Soy demasiado honesto para creerme Dios, o así lo pienso

F: En estas cuatro décadas, imaginamos que has tenido todo tipo de aventuras con tus fans. ¿Qué es lo que más te ha emocionado que te haya ocurrido relacionado con tu trabajo?

J: Bueno, algunas sí he tenido. Últimamente en Palma de Mallorca me salió un chico que me pasó una nota que decía: “Cuando mi padre me dijo que venias a Palma me emocioné mucho”. En general me las guardo para mí.

F: Todavía no te habíamos preguntado por Pulgarcito, aunque acaba de volver a las librerías este mismo mes. ¿Qué sensaciones te deja este regreso?

J: Una gran satisfacción porque era muy frustrante lo mal que lo hacían en Bruguera… Una vez que comenté lo malo que era el color me contestaron que “no importa porque los niños no se fijan”. Y, claro, con esa mentalidad no sorprende nada que hoy tengamos tan pocos buenos lectores de cómic.

F: ¿Puedes hablarnos de tus próximos proyectos?

J: No, como no sea otro Supergrupo, el tercero… No me conviene airear más porque compromete y hay quien se me echaría encima. ¿Me perdonaréis, verdad?

F: Estás perdonado. ¿Sueles leer a otros autores de cómic? Si es así, ¿con quién te sientes más identificado?

J: Como ya he dicho, prefiero los libros, aunque cada vez tengo menos tiempo y ocasiones. Pero no me pierdo una tira de Calvin & Hobbes.

F: Antes de despedirnos, nos gustaría preguntarte por la próxima película de Álex de la Iglesia, con José Mota en el papel de Superlópez. Es inevitable. Tú no estás involucrado en el proyecto y nos gustaría saber si fue por decisión propia. ¿Pusiste alguna condición para el rodaje del filme? ¿Te han pedido consejos para la historia? ¿Te atrae ver a tus personajes en la gran pantalla? ¿Qué sabes del argumento?

J: Naturalmente para firmar puse como condición que no se me molestaría con esas cosas en lo más mínimo. Fue decisión mía exclusivamente. Aunque me considero lo bastante realista para comprender que igual no se me haría ningún caso, sé lo bastante de esas cosas. Por otro lado, Alex de la Iglesia se retiró del proyecto y actualmente lo llevan otros. No los conozco. En el fondo no quiero saber nada; yo a mis historietas. Sé que será la película de su autor, es decir su Superlópez, no el mío, y sí que siento alguna curiosidad, pero no me quita el sueño.

F: Por último, si Superlópez llegase a los 50, ¿con qué problemas no te gustaría que se siguiera enfrentando? ¿Qué querrías que hubiese solucionado con sus poderes antes de cumplir medio siglo?

J: ¡Si no intenta solucionar nada! Es una persona común y corriente… soy yo, tengo 74 años y no me creo salvador de nada. Se enfrentará a los problemas en los que se metan sus amigos o en los que caiga por casualidad, como siempre. La vida es así. Quien crea lo contrario miente o bebe demasiado.