…Sólo los niños, aún libres de prejuicios, se daban cuenta de que el bosque estaba poblado por genios y, aunque tuvieran un conocimiento muy vago del asunto, hablaban con frecuencia de ello…

El Secreto del Bosque Viejo, Jordi Solano, Fabulantes

El Secreto del Bosque Viejo, Jordi Solano, Fabulantes
Ilustración realizada por Jordi Solano para Fabulantes.

Un bosque encantado donde los pájaros hablan, los árboles son las moradas de los genios y los vientos tienen comportamientos humanos. Una atmósfera mítica y atemporal donde lo real y lo ficticio se entrelazan para crear un mundo onírico y surrealista.

Una fábula para los niños y una obra maestra para los adultos, un viaje fantástico para volver a soñar con la ingenuidad y la sencillez propias de la infancia perdida.

Hablamos de El secreto del Bosque Viejo (Gadir, última edición de 2006), la segunda novela del escritor italiano Dino Buzzati, publicada en 1935. En Italia, a principios de los años 30’, numerosos intelectuales y escritores empezaron a manifestar un creciente interés hacia la literatura fantástica que se presentaba como la única y válida alternativa frente a las tendencias veristas y neorrealistas. Estas últimas se mostraron incapaces de responder a las necesidades literarias de la época; el realismo ya no podía expresar esa sensación de opresión, angustia y destrucción propia de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. El género fantástico, por su parte, prescindiendo de lo real, era un instrumento capaz de transmitir unas ideas absolutas y verdaderas en cualquier espacio y tiempo. Era una manera de explicar las efectivas razones de la vida, los comportamientos y los sentimientos humanos desde una perspectiva libre de las contingencias históricas. Así, los años 30 fueron la cuna de la literatura fantástica en Italia: del realismo mágico de Massimo Bontempelli, de la poética del absurdo de Tommaso Landolfi, del surrealismo de Alberto Savinio y los mundos fantásticos de Dino Buzzati.

El secreto del Bosque Viejo es un himno a la infancia, un espacio totalmente libre donde nace el deseo de entender el misterio, lo desconocido y las posibilidades de la fantasía. Con un estilo linear y sencillo, Dino Buzzati nos cuenta la historia del coronel Sebastiano Procolo que, en 1925, se retira del servicio militar para hacerse cargo de la herencia de su tío, compartida con su joven sobrino Benvenuto Procolo. Los caracteres de los protagonistas no están muy delineados, de tal manera que se podría hablar de personajes-tipo: el coronel es el prototipo del hombre ávido de poder y el joven Benvenuto es el símbolo de la pureza y la inocencia de la edad infantil. Efectivamente, Buzzati no se preocupa de proporcionar al lector un retrato lo más verdadero y detallado posible de los personajes; su intento va más allá de la individualidad de sus criaturas literarias, se concentra en la complejidad de la narración y en los numerosos símbolos que deja caer por el camino. Muchos personajes no son nada más que personificaciones, como el viento Matteo o los genios que habitan los árboles. Buzzati llena de vida personajes y paisajes inanimados en la realidad, les concede el uso de la palabra, la capacidad de reflexionar, actuar y juzgar. Todos ellos son portadores de virtudes como la valentía, la sinceridad o la piedad, que se contraponen a la sed de poder, a la avidez y al egoísmo propios de los hombres. En compañía de genios y animales hablantes recorremos los secretos del Bosque Viejo, percibimos los sentimientos que guían las acciones de los héroes, sonreímos frente a la ingenuidad infantil, y así gozamos de un relato fresco, divertido y rico en sorpresas.

Indudablemente el verdadero protagonista de la novela es el Bosque Viejo. Un lugar misterioso y eterno. Una entidad que posee un alma propia e indestructible. Un ser que lucha contra la codicia  y el deseo de destrucción de los hombres y contra el trascurrir inexorable del tiempo. Es un lugar de perdición y muerte y, a la vez, de vida y regeneración. El Bosque Viejo es la redención del coronel Sebastiano Procolo y el hogar del viento Matteo, es el lugar de la infancia feliz y despreocupada, de los sueños y los deseos de cuando éramos niños. Es el lugar que marca el pasaje de la niñez a la madurez.

La novela de Buzzati es gratamente fecunda en símbolos y ecos; sin embargo, cabe destacar la importancia que el escritor dedica al tema de la infancia que, a su vez, está sutilmente ligado al tema de la poesía. A lo largo del texto, el narrador señala varias veces que sólo los niños pueden sentir la magia y la belleza del bosque, oír las músicas del viento Matteo, hablar con los genios y entablar conversaciones con el resto de los animales. Sólo los niños tienen esa sensibilidad necesaria para percibir la realidad en su complejidad, capacidad que se perderá completamente al pasar de la niñez a la edad adulta. El joven Benvenuto Procolo representa en el relato el momento de pasaje en el que deja de ser niño y se olvida del misterio y los secretos del bosque.

Pero también el Bosque Viejo es símbolo de la poesía o en general de la literatura. El poeta, igual que los niños, es el único que puede ver más allá de las apariencias, su mirada es libre y no está contaminada por la realidad. Sólo los niños aprecian en su totalidad el Bosque Viejo y sólo los poetas saben buscar ese niño en su interior y sacarlo de su rincón. ¿Qué es la poesía si no libertad, creatividad y fantasía?

Buzzati no fue el primer intelectual italiano en reconocer esta capacidad en los niños: también Giacomo Leopardi (1798-1837) y más tarde Giovanni Pascoli (1855-1912) sostendrían que sólo los niños o las personas más humildes (es decir todos aquellos que están libres de prejuicios) saben reconocer la belleza y la poesía que existe en el mundo. Así nace la poesía, cuando se vuelve a ver la realidad con la mirada inocente de un niño.

El secreto del Bosque Viejo es un fábula evocativa que deja espacio a la imaginación del lector; sólo un lector que se deja llevar por la narración sin prejuicios ni limitaciones podrá vivir la mágica atmósfera del libro, sabrá perderse en la inmensidad del Bosque Viejo, rodearse de las músicas del viento Matteo y entregarse completamente al niño que vive, escondido, en cada uno de nosotros.