Billy Summers es la enésima novela de Stephen King que trata sobre el arte de escribir y que tiene por protagonista a un escritor. Es una novela con un sabor amargo y crepuscular, en la que King sostiene que escribir es un acto de exorcismo con el pasado. Como suele ser habitual en la obra del autor de Maine, al libro le sobran páginas: se hubiese agradecido más acción que detalle. Aún así, seguro que funcionará bien como adaptación televisiva.

«Piensa que escribir es también una especie de guerra, una en la que el autor lucha contra sí mismo»

La literatura es el refugio del lector, pero también del autor. Esta premisa es uno de los estandartes de Stephen King, uno de los grandes narradores del siglo XX. En su novela Billy Summers (2021; última edición en castellano por Debolsillo, 2023) explora precisamente esta idea a partir de un relato sombrío sobre un sicario que halla en la literatura un modo de reencontrarse consigo mismo.

Publicada en 2021, esta novela se suma a títulos donde King deja lo sobrenatural para centrarse en una vertiente más pulp o más enraizada con el género criminal. Billy Summers, nuestro protagonista, es un veterano de la guerra de Irak que se gana la vida como asesino a sueldo. Su única condición es que aquel al que mate sea una mala persona. Pero nada es tan fácil como parece.

La historia arranca cuando recibe un nuevo encargo: asesinar a Joel Allen antes de que declare en un juicio que pondrá en peligro a varios personajes vinculados al mundo del hampa. Los jefes y compinches de Billy piensan que es el mercenario perfecto: Summers es un hombre con las facultades mentales mermadas, pero un francotirador excelente. Sólo que esto es una apariencia más. Para lograr cumplir con su encargo, Summers debe hacerse pasar por un escritor que alquila una oficina cercana al lugar donde se cometerá el asesinato. Es así como el personaje se coloca otra máscara. Una de muchas.

Muerte y venganza

En una serie de giros más o menos creíbles, Billy Summers acaba dividiéndose en dos partes. La primera trata sobre cómo se cometerá el asesinato y la segunda empieza cuando Summers se encuentra con Alice, una superviviente de una agresión sexual a la que decide ayudar. Ambas tramas acabarán cruzándose en el tercio final, con un desenlace donde King juega hábilmente con las posibilidades que permite la ficción.

No es la primera vez que un escritor ocupa las páginas de King. Es más, si tuviésemos que desentrañar algunas de las características de la carrera literaria del autor de Maine, veríamos perfectamente cómo se repite la idea del escritor, desde el Jack destrozado por el alcoholismo de El resplandor pasando por los problemas de identidad del Thad Beaumont de La mitad oscura (1989), sin olvidar tampoco al Paul Sheldon prisionero de su fan número uno de Misery (1987). Todos estos escritores forman una miríada del autor que es el propio King. Y en Billy Summers se recurre de nuevo a esta fórmula, pero innovando en el concepto del descubrimiento que hace Summers sobre la magia de la escritura. Casi de modo irónico, es la novela ficticia que escribe el propio Summers la que acaba enganchando más que la propia historia que protagoniza.

De este modo, el significado de la metaliteratura y todo lo que rodea el campo de la creación pervive en una novela con un sabor amargo y crepuscular. King sostiene que escribir es un modo de exorcizar el pasado, tal y como descubre Billy. La necesidad de escribir del protagonista es, en el fondo, la propia necesidad de King por contar sus historias. Para ello, King recurre a introducir la novela de Summers dentro de la propia novela, de un modo similar a como la última novela de Paul Sheldon era introducida en Misery. De este modo, lo que empieza como un simple pasatiempos evoluciona a medida que lo hace también Billy Summers, quien empieza a narrar episodios de su pasado que sirven para que comprendamos cómo ha llegado a ser quien es.

El pasado de Billy Summers es sangriento, marcado por la violencia y la venganza, y son estos elementos los que se repetirán en el tercio final de la obra.

La vorágine de King

A lo largo de la novela, King hace alusiones a Émile Zola y puede que en el detallismo de las acciones de Billy Summers haya algo del escritor naturalista. Lo que es innegable es la repetición de las alusiones a la novela Thérèse Raquin (1867) y el papel de la mujer que ejerce Alice, la víctima que se convierte en cazadora y acaba jugando un papel crucial, sobre todo por cómo se une al pasado de Billy y a cómo perdió a un ser querido a manos de un hombre cruel.

Da la sensación, una vez más en la obra de King, que, pese a sus aciertos, hubiese funcionado mejor con menos páginas. Aunque el ritmo lento sirve para construir el entorno del personaje, da la sensación de que hay tramos en que no nos interesan tanto los detalles frente al avance de la acción.

Si bien King es un narrador sobresaliente, no logra siempre que empaticemos con todo lo que le sucede a su protagonista. En su ensayo Mientras escribo (2000), mitad biografía mitad manual de escritura, narraba cómo se sentía poseído por sus historias y tenía que liberar absolutamente todo lo que tenía en su interior. No cabe duda de que esa vorágine, ese torrente de tinta, se libera en sus páginas. Pero ¿no ahoga el auténtico sentido de la obra? A esto se suma que las partes del pasado de Billy Summers -aunque bien narrado- tampoco ofrece un gran impacto emocional en el lector, y son transiciones que completan el puzle, pero que tampoco resultan cruciales. Curiosamente, ese tono recuerda más a uno de los cuentos de su hijo, Joe Hill, en A tumba abierta (La huella dactilar), y que trataba sobre una veterana de Irak que se enfrentaba a su pasado…. Y aunque Hill es un escritor prometedor (sobre todo en novela), no es tampoco una gran comparativa.

Todo ello forma una suma de elementos interesantes, algunos más o menos explorados por King, pero que no acaban de encandilar a un lector que, aunque disfrute de la historia, no puede evitar sentir que había más en ella, irónicamente, con menos. Ni siquiera el juego que se establece al final del libro logra ser suficiente para convertirla en una novela realmente destacable en la trayectoria de King, pese a las buenas reseñas cosechadas en Estados Unidos.

El horizonte de Summers

Billy Summers puede que no sea una de las grandes novelas de Stephen King, pero sin duda, sí es una de esas que Hollywood adora adaptar. Su ritmo lento y su tono cínico, a partir de un realismo a veces cruel, puede llegar a recordarnos a algunos capítulos de series como Better Call Saul. No obviemos que hablamos del autor vivo con más obras llevadas a otros formatos y que este libro es perfecto para una miniserie que, aunque no ofrezca nada nuevo, sí daría entretenimiento al espectador. Por tanto, no sería sorprendente que se adaptase Billy Summers con el formato de series como ocurrió con Mr. Mercedes (2014), novela que comenzaba como una trama de criminal (con cierto tono similar a esta), pero luego evolucionaba hacia un tono sobrenatural del que carece Billy Summers.

Billy Summers ya apunta a película: hay un proyecto en desarrollo, producido por el hombre de la foto, J. J. Abrams, y por Leonardo Di Caprio, con fecha y detalles aún por definir

Una vez concluida, se aprecia que, al igual que en tantas de sus historias sobre –y con- escritores, el tema de la identidad resulta ser fundamental también en Billy Summers. Aquí se sostiene que un escritor y un asesino a sueldo comparten un elemento en común: crear falsas identidades y vivir a través de ellas, alimentándose de lo que ocurre a su alrededor y recurriendo a múltiples vidas ficticias para sobrevivir.

Como sicario, Billy toma elementos de las vidas de otros para crear a versiones ficticias de sí mismo; lo mismo hará cuando empiece a escribir su historia. Porque acaso ¿un escritor no se hace pasar por otros a través de sus personajes y un asesino no crea identidades falsas para continuar con su propósito? El papel derrama tinta y la realidad, sangre.

Es a través de sus pensamientos como descubrimos lo que Bill realmente piensa y, finalmente, también a través de las páginas que escribe. Y es que uno de los mensajes que prevalece en Billy Summers es que ninguna máscara aguanta eternamente. Como la fábula del escorpión que es citada en la novela, finalmente nuestra propia naturaleza nos traiciona. Y al final de la traición, al igual que de la venganza, lo único que queda es la muerte.

«Quizá, después de todo, sí sea escritor. Escribir está bien. Siempre ha deseado hacerlo y ahora lo hace. Está bien. Pero ¿quién iba a decir que dolía tanto?»