Anansi es el dios africano de las historias. Con ellas, era capaz de atrapar en su telaraña a quienes las escuchaban. No dejaba de ser una divinidad con forma de araña, insectos que suelen causar el rechazo de la gente común, pero que en ocasiones también crean fascinación en los artistas más especiales, como Adrian Tchaikovsky (Lincolnshire, 1972). Desde muy joven, sintió una gran pasión por las arañas y el resto del mundo animal, rasgo que se convertiría en definitorio para sus novelas de fantasía y ciencia-ficción, que le han hecho merecedor de distinciones como el premio Arthur C. Clarke.
Aparte de las arañas, el fin del mundo, la deconstrucción de los clichés y la búsqueda de la esperanza son temas que se repiten en su carrera como escritor. En nuestro país se han publicado tres de sus novelas: Spiderlight (2016; La esfera de los libros, 2019), Herederos del Tiempo y Huérfanos de la Tierra (2015 y 2021; Alamut Ediciones), 2019 y 2022, respectivamente, pero, sin duda, en los próximos meses veremos más de sus novelas.
Con motivo de su visita al Celsius 232, Fabulantes cayó en su telaraña de historias. Agradecemos a los organizadores y al autor que nos lo permitiese.
Fotografías de Elsbeth Silsby
Fabulantes: Adoras a las arañas. No es raro en los autores del género fantástico. J.R.R. Tolkien también estaba fascinado por las arañas, pero por el peligro que suponían, como vemos con Ungoliath en El Silmarillion o Ella-Laraña en Las Dos Torres. ¿Cómo se confronta esta idea con tus trabajos como Spiderlight, donde uno de los protagonistas es una araña convertida en un engendro con más humanidad que sus compañeros, los típicos héroes clásicos del género (la sacerdotisa, la asesina, el mago, el caballero, el bribón…)?
Adrian Tchaikovsky: (Risas) Sí, es cierto que a J. R. R. Tolkien le fascinaban las arañas y pensaba que era un mal que provenía de más allá de nuestro universo.
En mi caso, siempre he amado las arañas. Desde que era muy pequeño, tenía esa relación con los animales que a nadie le gustaban. Tendría diez años y me encantaban los insectos y los reptiles. Era un niño muy raro. Siempre me quedaba prendado por aquello que generaba disgusto en los demás.
Cuando comencé a escribir, me hacía el listillo al usar insectos como reflejos del ser humano, como ya hicieron Kafka y autores similares. Más allá de eso, Herederos del Tiempo es una obra sobre la empatía. He querido decir cosas positivas sobre los seres arácnidos que hay en esta obra.
F.: Otro tema fundamental en tu obra es la destrucción de los planetas. Nuestro mundo está cada vez más devastado, como en tus historias. ¿Crees que la realidad está imitando a la ficción?
A. T.: Sí, digamos que hay dos categorías de obras sobre la extinción del planeta. En ciencia-ficción, queda muy espectacular la destrucción total. La segunda es la eliminación de la vida sobre el planeta, de forma paulatina, como está ocurriendo en nuestra realidad. Con esa destrucción, pueden resurgir viejas formas de vida -una de mis novelas (Firewalkers, 2020), que se ha publicado en catalán como Trescafocs (Chronos editorial, 2021), trata sobre ello-.
Siempre que hablo de este tema en mi obra, la sitúo en un futuro cercano. Tenemos que ser más responsables con lo que le estamos haciendo a nuestro planeta. La situación es muy seria. Vengo de Reino Unido y antes de llegar al Festival Celsius, estábamos a cuarenta grados: quizá sea normal en España, pero no en Reino Unido. Nos estamos dando cuenta de que esto no es normal. Nuestro deber como escritores de ciencia-ficción es situar nuestras obras sobre este tema en un futuro cercano. Dudo de que en treinta años tengamos un planeta donde situar nuestras obras apocalípticas.
Era un niño muy raro. Siempre me quedaba prendado por aquello que generaba disgusto en los demás
Sobre el proceso de escritura
En 2008 Tchaikovsky comienza a publicar. Lo hace con una ambiciosa saga –una decalogía- que los editores no estaban seguros de sacar a la luz.
Tchaikovsky apareció con los primeros volúmenes completados para transmitirles esa confianza a sus editores. Su título era «Shadows of the Apt» (2008-2014), una decalogía todavía inédita en España, pero que le sirvió de base para futuras sagas como «Echoes of the fall» (2016-2018) o Herederos del Tiempo. Entre estos grandes volúmenes, ha incluido también cuentos e historias independientes, convirtiéndolo en un autor bastante prolífico para llevar catorce años publicando.
F.: ¿Cómo cambia tu proceso al pasar de escribir ciencia-ficción a fantasía?
A. T.: Mi proceso comienza poniendo en orden mis ideas, centrándome en el mundo. Dependiendo de él, será una obra de ciencia-ficción o fantasía. La gran diferencia es que, cuando escribo ciencia-ficción, debo explicar cómo funciona y no me puedo desligar de la ciencia. Eso lo hice en Herederos del Tiempo a la hora de crear las diferentes especies, conceptos, tecnologías… Tengo que documentarme más. Por ejemplo, hablé con entomólogos para saber más sobre las arañas. Quiero crear una sensación de realidad.
En otras obras estoy menos preocupado por estas cuestiones y más por la propia space opera. La historia surge de la tensión entre los personajes, los conflictos que aparecen a partir de ese mundo y otras barreras metafísicas. Todo orbita en torno al mundo, pero no busco una explicación científica para explicarlo.
En la fantasía, me gusta llevar a cabo lo que me dicta el mundo que he creado. Me gusta crear personajes y saber de dónde proceden y generar conflictos entre ellos. No trabajo tanto la fantasía.
En resumen, la gran diferencia es el grado de documentación. El proceso, en el fondo, es similar.
F.: En Spiderlight subviertes muchos clichés del género fantástico. ¿Cuáles son aquellos que no soportas?
A. T.: Lo que menos me gusta de los clichés o las ideas que se perpetúan en la fantasía (aunque también ocurre en la ciencia-ficción) es que hay una raza o grupos de personajes que están por encima de otros. Me refiero al cliché de que hay una especie particular a la que debes matar sin parar: orcos, robots, zombis… Considero que crear a estos personajes para matarlos en masa por ser “malvados” es una problema. Es incluso históricamente problemático; nos recuerda al colonialismo y Europa, donde se debían exterminar a las personas que fueran diferentes. Sin embargo, son criaturas sintientes. Hemos mencionado antes a Tolkien. Tolkien se preguntaba si había hecho bien con los orcos. Tolkien nunca estuvo satisfecho consigo mismo. Quería saber qué espacio ocupaban los orcos en la creación de la Tierra Media: de dónde venían, qué significaban en su obra…
La clave de Spiderlight era investigar el Mal con eme mayúscula y el Bien con be mayúscula. A mí me interesa dar el punto de vista de lo considerado malévolo, vislumbrar su visión de su historia.
Fantasía, Celsius y viajes temporales
A lo largo de la entrevista, Tchaikovsky utiliza una voz profunda para expresar qué significa la creación para él. En todo momento, transmite una gran inteligencia y educación, pensando en qué palabras utilizará y en cómo puede dar a conocer la fuerza de su obra. No es la primera vez que está en Avilés y disfruta de la experiencia compartiendo su historia.
F.: No es tu primer Celsius. ¿Cómo te lo estás pasando?
A. T.: Estoy encantado. Es mi tercer Celsius. Me habría encantado estar aquí el año pasado, pero por problemas obvios no pude asistir. Es genial estar de nuevo en España. Es más, creo que es mi convención favorita.
F.: En el Celsius te encontrarás con muchos aspirantes a autores. ¿Qué consejo le darías a alguien que quisiera escribir una historia de fantasía y crea que tiene el argumento, pero no sepa cómo contarla?
A. T.: Esta es la pregunta que me hacen muy a menudo y, lamentablemente, es muy difícil de responder: no hay un solo camino, un truco mágico. Cada escritor tiene su método. La respuesta corta es que cada escritor tiene que encontrar su forma de contar su historia.
Yo planifico un montón y lo hago de un modo escalonado. Convierto la historia en capítulos, los capítulos en escena, incluyo incluso los diálogos… Así, cuando comienzo el libro, ya sé todo sobre la novela: sé que va a venir a continuación y eso me ayuda a evitar sentarme delante de la página en blanco.
Sin embargo, sé que hay escritores que empiezan a escribir sabiendo muy poco: alguna idea de su mundo, quieren situar a un personaje en un lugar, una escena que puede ser del planteamiento, el nudo o el desenlace y construyen a partir de ella… Hay autores que se encaminan hacia una escena particular que quieran escribir. Creo que lo más importante es que si tienes una idea o una escena, te centres en ella y empieces a escribir a partir de ahí.
Sé que existen cursos de escritura creativa, pero me resulta difícil comprender cómo hay gente que enseña a escribir. Es muy, muy difícil.
A mí me interesa dar el punto de vista de lo considerado malévolo, vislumbrar su visión de su historia
F.: Una última pregunta. Los viajes en el tiempo ocupan un importante espacio en tu obra. Si pudieses viajar en el tiempo y conocer a un escritor que te haya marcado y darle una de tus obras para que la leyese, ¿qué autor sería y qué obra?
A. T.: ¡Oh, Dios mío! (Risas). Nunca me habían hecho esa pregunta antes, me has dejado K.O. Creo que me gustaría decir… Ursula K. Le Guin. Pienso que quizá ahora escribo libros que no me avergonzaría compartirlos con ella. (Risas). Solo quizá.
Damos las gracias a los organizadores del Celsius 232 y al autor Adrian Tchaikovsky, dignos herederos del poder de Anansi, por permitirnos tener esta conversación sobre la importancia de la fantasía, la ruptura de los clichés y todo aquello que hace del género la magnífica joya que es. Seguiremos en su telaraña.