Charles Vess es palabras mayores en materia de ilustración. Folclorista apasionado, íntimo de Neil Gaiman, «mejor colaborador» de Ursula K. Le Guin, debe sus orígenes al legendario Bernie Wrightson. En esta entrevista hablamos de sus pasiones, de fantástico, de sus trabajos con Gaiman y con Le Guin, de colores de piel y de su debut como escritor. Ganador de varios premios, como el Eisner, el Hugo o el World Fantasy Award, desde Fabulantes agradecemos al autor y a los organizadores del Celsius 232 que nos permitiesen charlar con él.

Fotografías de Elsbeth Silsby

Charles Vess (Virginia, 1951) es uno de los ilustradores capaces de lo imposible: captar la magia del fantástico. El origen de este don está en su amor por el folclore, la naturaleza y los libros, presentes desde la niñez. Podemos ver cómo aparecieron en su primera obra (en colaboración con Alan Zelenetz), El estandarte del cuervo (1985, edición en castellano de 2008), una historia con Thor, en la que empezó a trabajar cuando compartía piso con Barry Windsor Smith y Bernie Wrightson, y su principal comida era los sándwiches de mermelada que podía pagar con las colaboraciones llevadas a cabo en revistas.

Gracias a la calidad de su dibujo, pasó a trabajar con Archie Goodwin para el sello Epic. Ocho páginas de cómic le llevaron ocho meses de trabajo, dada la meticulosidad de su trazo y la búsqueda, mediante el dibujo, de la magia.

Ese fue sólo el principio. A lo largo de su trayectoria ha trabajado en cómics como Sandman, La Cosa del Pantano…, adaptaciones de películas como Hook o libros ilustrados como Stardust, junto a su gran amigo Neil Gaiman. Su versatilidad jamás acabó con su esencia. Un ejemplo de ello es que Vess también haya trabajado en el género superheroico, llevando, tanto como dibujante, entintador y guionista, a Spider-Man a Escocia en la historia Spirits of the Earth (1990).

Fabulantes: ¿Cómo logra captar el aura de la fantasía en tus ilustraciones?

Charles Vess: ¿Cómo? Buena pregunta. Me adentro en el bosque para recordar cómo lo siento. O de noche me quedo en el porche de mi casa y veo las luciérnagas. ¿Tenéis luciérnagas por aquí? Trato de sentir cómo es estar donde todo puede ocurrir; creo que hay más en el mundo que aquello que es capaz de captar mi ojo. Esta creencia la traslado a mis obras. Creo que la fantasía es como la vida: en ambas siempre queda mucho por ver y por leer.

¿Y cómo definiría usted el género fantástico?

 C. V.: La fantasía para mí es algo orgánico. Es como poner la mirilla en lo profundo del bosque. Es un panorama menos tecnológico, aunque entiendo que en la fantasía contemporánea se incluya este, aunque a mí no me gusta. Podríamos decir que la fantasía tradicional es el art noveau, que es el que más me gusta, y la fantasía actual es art decó, que no me interesa tanto.

F.: ¿Qué obras considera imprescindibles para el fantástico?

C. V.: The Good Wife (1996) de Terri Windling. Quizá Forest of the Heart (2000) de Charles de Lint. Stardust de Neil Gaiman, es un poco egoísta, pero bueno… (Risas). De Liz Williams, Embertide (2022). Y La hija del rey del país de los elfos (1924) de Lord Dunsany.

F.: A Tolkien le encantaba Lord Dunsany…

C. V.: Sí, sin duda. (Sonríe).

Gaiman y Vess, maestros del fantástico

A lo largo de su carrera, el nombre de Neil Gaiman se repite. Ambos comparten gustos similares por autores, libros… y siempre se caracterizaron por la búsqueda de lo insólito. Trabajaron juntos en el tercer volumen de la saga en cuatro números Los libros de la magia (1988, dibujada por cuatro ilustradores distintos), pero también, aparte de en Stardust, en la emblemática Sandman, para la que Vess dibujó uno de los mejores episodios (El sueño de una noche de verano, dentro del arco argumental «País de sueños», julio- octubre de 1990, el más corto de la serie, con tan sólo cuatro números) donde conocíamos el destino de los fae y la función que les dedicaba William Shakespeare en su obra homónima.

F.: Sandman y Stardust son sólo dos de las obras donde ha colaborado con Neil Gaiman. ¿Cómo es trabajar con él?

C. V.: Excelente. Tengo una relación excelente y muy agradable con Gaiman, además de ser profesional y creativamente un reto. Gaiman es genial porque es un autor que siempre tiene en cuenta a los artistas a la hora de trabajar con ellos. En Stardust escribió escenas sólo para ver cómo yo las adapta visualmente. Es mejor trabajar con un artista que te tenga en cuenta que un autor que te lance un montón de ideas y tú tengas que buscarte la vida.

F.: Gaiman escribió Stardust a mano en un libro antiguo para sentirse como un escritor del siglo XIX…

C. V.: Como Lord Dunsany.

F. ¿Usted hizo algo similar como artista?

C. V.: No, sólo dibujé como lo hago habitualmente. Fue un proyecto extenso. Me llevó 175 ilustraciones originales. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y siento que he aprendido cosas nuevas, pero no me apeno al volver a ese proyecto y disfrutar de sus ilustraciones. Todavía disfruto ese libro.

Sobre el manuscrito de Gaiman, por mucho que lo intenté, encontré su letra ilegible. Es muy… excéntrica. (Risas) Lo que hicimos fue que Neil Gaiman me llamaba, lo leía y yo lo grababa para después escucharlo e ilustrarlo. Fue la primera vez que hizo una especie de audiolibro y le gustó tanto la experiencia que los ha hecho oficialmente con sus siguientes obras.

La fantasía para mí es algo orgánico. Es como poner la mirilla en lo profundo del bosque

Su trabajo en Terramar

Otro nombre que se ha unido a Vess en los últimos años es el de la maestra del fantástico Ursula K. Le Guin. Vess fue el elegido para ilustrar las novelas y cuentos de Terramar en un volumen de lujo que Ediciones Minotauro ha publicado en nuestro país (Los libros de Terramar, 2021).

Como Gaiman, Le Guin supuso otro desafío. Vess la admiraba tanto que, de joven, coincidió con ella en un evento y sintió tanta timidez que fue incapaz de hablarle. Durante años, se intercambiaron centenares de correos para dar vida de modo gráfico a Ged el Gavilán, el dragón de Pendor y otros emblemáticos personajes. A menudo, la propia Le Guin hacía pequeños bocetos como el de un dragón y Vess agregaba las alas. La metáfora perfecta sobre el proceso de creación de este trabajo, plagado de sinergias.

F.: Adoro sus ilustraciones para Terramar. He leído que Le Guin no estaba nada contenta porque otros ilustradores blanquearon a Ged en sus portadas. ¿Cómo se sintió al sí ser fiel a la visión de Ursula K. Le Guin?

C. V.: Ursula no estaba contenta con el trabajo a nivel de ilustración que se había hecho con anterioridad en Terramar. En reuniones con los encargados de marketing, siempre se enfadaba. Ella insistía en que quería que sus personajes apareciesen en las portadas como los había imaginado. Decía que Ged era un personaje de color, pero los publicistas decían que el libro no se vendería al tener a un personaje negro en la portada.

En medio de esa tormenta, aparecí yo. Quería ilustrar a los personajes tal como los imaginó ella y ser lo más fiel posible a su visión. Todo el proyecto me llevó cuatro años y cientos y cientos de correos. Se puede decir que me sumergí durante cuatro años en su mente. Al final del proyecto, ella me envió una copia de sus libros con la dedicatoria: «Has sido mi mejor colaborador». Antes de morir, pudo ver todo el arte de Terramar, pero no en persona. Yo había planeado volar hasta la otra costa, donde ella vivía, para que viera los originales, pero murió antes de que pudiera hacerlo. Fue muy triste.

Preciosa -e impresionante- ilustración de Charles Vess sobre Terramar.

The Queen of Summer’s Twilight

Este septiembre, Vess debuta como escritor con The Queen of Summer’s Twilight, en el que ha puesto todo aquello que le fascina: la magia, la naturaleza y el espíritu poético de autores que le marcaron, como Ray Bradbury.

F.: ¿Aplicó todo lo aprendido de esta experiencia con Ursula K. Le Guin en su primera novela?

C. V.: Mientras trabajaba en Terramar, estaba escribiendo mi propio libro, The Queen’s of Summer Twilight, y trabajar con Ursula K. Le Guin me hizo darme cuenta de la falta de representación de otras etnias o personas de otro color en mi obra. Me sentí avergonzado, ya que sólo había dibujado a un personaje de color, uno que me miraba inquisitivamente desde mi dibujo y me preguntaba sobre mi arte. Ahora ya tengo una copia del libro, y puedo decir, más orgulloso que avergonzado, que cambié a la protagonista femenina blanca por una caribeña. Eso me llevó a algunas discusiones, pero lo logré.

Ursula K. Le Guin no estaba contenta con el trabajo a nivel de ilustración que se había hecho con anterioridad en Terramar. Yo quise ilustrar a los personajes tal como los imaginó ella y ser lo más fiel posible a su visión

F.: Sobre esta novela, ¿qué más nos puede contar?

C. V.: Es una novela contemporánea, que ocurre en Escocia (en Inverness, cerca del Lago Ness). Una mañana, me desperté tras un sueño y, al levantarme, pensé en las tierras élficas. Miré por la ventana y vi a dos motoristas pasando: era como si estuviera ardiendo el prado de enfrente. Me fui a mi estudio dándole vueltas a la idea y recordé la canción de 1952 Vincent Black Lightning, de Richard Thompson.

Me senté y me puse a escribir. A veces, las historias son un regalo. Seguí escuchando las dos voces de aquellos personajes, hablándome durante dos semanas. Y escribí todo lo que me decían.

Acabé con un borrador que me ha llevado entre diez o doce años terminar de pulir. Soy dibujante, así que debía dibujar también otros proyectos. Dedicaba todas las mañanas un par de minutos a escribir hasta que logré ese borrador que envié a varios amigos. Acepté las sugerencias que me llevaron a varias revisiones hasta que Ian Whates ha publicado la novela en NewCon Press. Esta mañana he recibido las primeras copias.

Y mientras Vess sonríe por haber recibido a la corte de la reina del crepúsculo del otoño, entre otras altezas del mundo élfico, le damos las gracias y aguardamos que prosiga con la búsqueda del fantástico en su obra. De este modo, seguirá ilustrando lo imposible para nosotros, sus afortunados lectores. De eso trata el arte de los grandes genios: de compartir la magia. Y no hay duda, Vess es uno de sus grandes magos.