Desde el más allá y otras historias plasma en imágenes cinco relatos de H. P. Lovecraft. Su autor, el holandés Erik Kriek, no sólo conoce los entresijos del medio sino también de las pesadillas del Solitario de Providence. Si las historias parecen tener una vida independiente es precisamente por la manera en que las anima Kriek, por sus elecciones gráficas, por su documentadísimo gusto por el detalle que favorece una ambientación de primera categoría. Lovecraft se sentiría muy a gusto en este tomo underground.
Las imágenes que acompañan este artículo han sido publicadas con el consentimiento de La Cúpula
Howard Phillips Lovecraft nunca fue muy concreto al describir sus horrores literarios. En sus textos optaba por monstruosidades reptantes, por horrores babeantes, por criaturas que espantaban por su indefinición. Fue esta capacidad de sugerencia, con la que maldijo a las mentes superadas de sus protagonistas enloquecidos, desgraciados que tenían que lidiar con seres que iban más allá de toda comprensión racional, la que incrementó el potencial terrorífico de sus cuentos, y la que le elevó también a la altura de maestro del género.
Representar los monstruos de Lovecraft ha supuesto un desafío que han asumido no pocos autores. En Fabulantes dimos cuenta hace años de los esfuerzos del argentino Enrique Alcatena por elaborar un Bestiario con algunas de las más destacadas pesadillas lovecraftianas: imaginó formas imposibles a base de interpretar fragmentos de relatos, que coloreó con tonos pálidos u ocres, según demandara la (presunta) amenaza de la criatura en cuestión. Un esfuerzo comparable por «ponerle rostro» a lo sugerido lo realizó el holandés Erik Kriek (Amsterdam, 1966) en el cómic Desde el más allá y otras historias (La Cúpula, 2012, pero última edición en rústica de 2019).
Kriek es un ilustrador muy conocido en cenáculos underground. Es el creador del superhéroe paródico Gunstman y del pequeño robot Little Andy Roid, dos personajes que se desenvuelven en entornos mudos pero de gran expresividad gráfica: en estas historietas, en muchos casos no superiores a las seis viñetas, el holandés demuestra un gran conocimiento del lenguaje del cómic, así como un ingenio afilado que deja escapar una sonrisa irónica en el lector. Estas dos características las traslada con éxito a su adaptación sobre Lovecraft, uno de los mejores cómics que se hayan hecho sobre la obra del autor de Providence, quizás porque el Solitario siempre estuvo a gusto en lo underground, nicho en el que, recordemos, creció y se desarrolló profesionalmente.
El dibujante holandés decide enfrentarse a cinco relatos lovecraftianos: «El intruso» (1926), «El color que cayó del espacio» (1927), «Dagon» (1919), «Desde el más allá» (1934) y «La sombra sobre Innsmouth» (1936). La selección sigue un orden ascedente de terror y locura: mientras «El intruso» es una historia naif y tradicional con golpe de efecto final, «La sombra sobre Innsmouth» es uno de los cuentos más escalofriantes y logrados de Lovecraft, una pesadilla en la que la atmósfera se ve enrarecida por una sensación de extrañeza y misterio que termina por envolver a su narrador protagonista. Kriek logra que el lector tenga esas mismas impresiones extremas: que sienta el suspense de «El intruso» y que se deje atrapar por el cepo envolvente de Innsmouth.
Desde el más allá y otras historias no se contenta con ser una magnifica adaptación -que incluso llega a mejorar varios de los cuentos de los que parte, como «El color que cayó del espacio», uno de los relatos más visuales del escritor y que gana necesariamente en cualquier puesta de gala ilustrada-, sino que se asienta como uno de los trabajos que mejor ha sabido interpretar a Lovecraft. Cuando el guionista Gerard Soeteman (colaborador de Paul Verhoeven y autor del libreto de El asalto, Oscar a la Mejor película de Habla no inglesa de 1986) escribe en el prólogo a esta edición que «Erik Kriek se ha atrevido a […] captar en dibujos lo que mejor y más efectivamente se puede dejar a la imaginación del lector», está señalando la auténtica maestría de este volumen. Cada viñeta tiene vida propia, cada personaje parece verosímil, todo monstruo y monstruosidad encaja con naturalidad en el tono de la historia. Da la impresión de que Lovecraft habla al oído de Kriek y va describiéndole las atrocidades que imagina, mientras éste las dibuja a mano alzada.
Este cómic no funcionaría si su autor no conociera el lenguaje del medio. Si las historias parecen tener una vida independiente es precisamente por la manera en que las anima Kriek, por sus elecciones gráficas, por su documentadísimo gusto por el detalle que favorece una ambientación de primera categoría. Las viñetas se expresan por sí mismas; un escorzo retrata a un personaje igual de bien que un rostro que ha contemplado un horror inasible; el calor de las llamas de un incendio se siente en la piel como el ritual del maníaco del culto de Dagon… Kriek conoce el secreto de Lovecraft: sabe que sus pesadillas no terminan jamás con un sudoroso sobresalto en la cama sino con la terrible condena de fuerzas superiores al intelecto humano.
Lovecraft hizo un llamamiento a lo profundo que anida en nosotros, a lo que tememos y nos hace insignificantes. Su discípulo Kriek escucha esta advertencia y toma de ella lo más terrible: la constatación de que no existe vía de escape a un destino ya trazado y sentenciado. Lovecraft-Kriek nos condena inexorablemente a la locura al dinamitar todas las convenciones de nuestra Realidad. Por eso, Desde el más allá y otras historias es el gran grimorio en imágenes del Culto de Cthlhu. El Necronomicón ilustrado.