Dune, de Frank Herbert, es una epopeya de traición política, comportamiento ecológico y liberación mesiánica. Ganó los premios más importantes de ciencia-ficción, Hugo y Nebula, y vendió más de doce millones de copias en vida de su autor. Hace pocos años, fue considerada como la mejor novela de ciencia-ficción de todos los tiempos en una encuesta de lectores de Wired. La reciente adaptación de Denis Villeneuve ha vuelto a revitalizar su impresionante legado y mensaje.
Dune (Debolsillo, 2021) es sin duda la novela de ciencia-ficción más famosa jamás publicada, ya que capturó los corazones y las mentes de la comunidad fantacientífica y sembró las semillas para películas posteriores como Star Wars: Una nueva esperanza (Star Wars: A New Hope, George Lucas, 1977). Frank Herbert escribió esta obra maestra 1965, cuando Isaac Asimov y Arthur C. Clarke dominaban el género. Herbert tardó cinco años en redactar el libro, lo presentó a veinte editores y todos lo rechazaron. Finalmente fue aceptado por Chilton Books, una editorial de manuales de automóviles. El libro no fue un éxito de ventas inmediato, pero la aclamación de la crítica y las recomendaciones continuas de boca en boca aumentaron sus ventas, convirtieron a Herbert en escritor a tiempo completo y le embarcaron en una continuación (El mesías de Dune, escrita en 1964, pero fnalmente publicada en 1969; última edición en castellano en 2021 por Debolsillo), la segunda de sus seis novelas sobre este icónico universo.
Ambientado hace más de veinte mil años en el futuro, el libro se enfoca en la batalla por controlar Arrakis, la fuente de la melange o especia, una sustancia adictiva que prolonga la vida y, en algunos casos, le concede presciencia al usuario, es decir, conocimiento de las cosas futuras. La mezcla también es esencial para los viajes interestelares, ya que los pilotos de las naves estelares pueden recorrer grandes distancias para trazar sus recorridos; imaginad una sustancia combinada de cocaína y petróleo y tendréis una idea del poder de la mezcla. Todos los poderes de la Galaxia están destinados a explotar la especia, desafiando a los colosales shaid-huluds, los gusanos de arena. Su adscripción biológica encierra un eufemismo, ya que son gigantescas criaturas de 200 metros de largo que se desplazan excavando a través de la arena cada vez que se realiza una extracción de especias.
Dune tiene lugar en una sociedad feudal donde las familias nobles gobiernan los planetas en un imperio presidido por el emperador Shaddam IV Corrino. Al comienzo de la novela, el duque Leto Atreides es instalado por el orden imperial como gobernante de Arrakis, expulsando al malvado barón Harkonnen, tirano del planeta durante ocho décadas. No mucho después de su llegada, los Atreides son traicionados por uno de los suyos, y son derrotados por los Harkonnen con la ayuda de las fuerzas del Emperador en una lucha por controlar la especia. La concubina de Leto, Jessica, y su hijo adolescente, Paul, escapan al desierto, donde viven con los aborígenes conocidos como los Fremen. Subestimados por los Harkonnen, los Fremen han aprendido cómo prosperar en el duro clima de Arrakis. Paul no tarda en convertirse en el «Muad’Dib», el elegido, una especie de líder revolucionario que utilizará para su propio fin el fanatismo religioso para dirigir a una insurgencia Fremen y derrotar así a los Harkonnen, acorralar al Emperador y poner a Paul en el trono imperial.
En Dune, una obra tan densa que debe empezar a leerse por sus apéndices para comprenderla, proliferan los continuas referencias a la cultura árabe e islámica. Por ejemplo, los Fremen parecen inspirados en las tribus bereberes saharianas del desierto, y la mayoría de las palabras del idioma Fremen se toman directamente del árabe. Los nativos del desierto son vistos con desconfianza y desprecio por las potencias extranjeras. Sin embargo, el espíritu Fremen es casi tuareg, de supervivencia y escasez, impulsado por el tribalismo y el igualitarismo.
¿Qué convierte, sin embargo, a Dune una obra seminal en el campo de la ciencia-ficción? Fue casi la primera novela que describió a gran escala una ecología exoplanetaria. Frank Herbert empezó a concebir su historia y universo a partir de un encargo periodístico sobre las dunas de Oregón. El trabajo de documentación, muy concienzudo para la época y el género, sirvió para ofrecer detalles increíbles de la atmósfera del Arrakis, como las complejas descripciones de la vida en el planeta, dotado de una flora y fauna riquísima y muy verosímil. El éxito de Dune incentivó a otros autores de ciencia-ficción a poner detalles similares en la construcción de planetas y en la creación de ecologías complejas y únicas. Hay incluso quienes creen que la popularidad de Dune como novela que describe un planeta como un organismo vivo (a la manera de la anterior y también muy influyente Solaris) tuvo un fuerte impacto en los movimientos ambientales de la época. Todavía hoy, sus «mensajes relevantes» (en palabras de Herbert) siguen siendo parte de las agendas políticas progresistas y conservacionistas.
La ambientación del libro es árida y futurista y la trama es impulsada por juegos mentales políticos que recuerdan a la saga «Canción de hielo y fuego» (1996-2011, todavía inacabada, pero con el sexto volumen en preparación). El genio de Herbert se manifiesta en su habilidad para combinar el pasado, el presente y el futuro en un movimiento amplio y elegante. No hay Internet en el universo de Herbert, no hay WikiLeaks y no hay guerra cibernética. Esta falta de énfasis en la tecnología devuelve el enfoque a las personas. También permite la presencia de un misticismo religioso poco común en la ciencia-ficción.
Lo curioso del legado de Dune es que no ha penetrado en la cultura popular de la forma en que lo han hecho El Señor de los Anillos y Star Wars. Por ejemplo, no hay convenciones de «Dune» y las frases del libro no han entrado en la cultura pop. Sin embargo, la novela sí ha producido una industria casera de secuelas, precuelas y escisiones, cuya producción sólo se aceleró después de la muerte de Herbert en 1986: su hijo Brian, en colaboración con el escritor Kevin J. Anderson, retomó el legado, y amplió el universo duniano con dos trilogías («Preludio a Dune», 1999-2001 y «Leyendas de Dune», 2002-2004), que prolongaron la estela mitológica de la saga. En la actualidad hay decenas de secuelas literarias de Dune, y un sinnúmero de adaptaciones a otros formatos. Existen varias versiones televisivas, como la breve miniserie transmitida en el 2000 por el canal Syfy, y también cinematográficas, un formato que, hasta hace bien poco, se demostró maldito: el intento fallido de Alejandro Jodorowsky y la adaptación malograda de David Lynch ensancharon la leyenda de inadaptable de la novela, que no ha hecho más que engrosar la reciente, aclamada, inconclusa (por inabarcable) y fascinante versión de Denis Villeneuve (2021). A estas aportaciones hay que sumar cómics (la versión más moderna, con guión y padrinazgo de Brian Herbert y Kevin J. Anderson, es de los españoles Raúl Allén y Patricia Martín), así como de juegos de mesa y videojuegos de rol.
Quizás una explicación para la falta de verdaderos fans de «Dune» es la ausencia en sus páginas de dos enganches típicos de la ciencia-ficción: los robots y las computadoras, dos vestigios de civilización que, sin embargo serán desarrollados por el hijo en sus obras sobre la Yihad Butleriana («Leyendas de Dune»), la gran revolución de este mundo ficticio, en la que los seres humanos lograron derrotar a las máquinas pensantes. La carencia de estos dos ganchos es, pues, una muy meditada, inteligente y consciente decisión por parte de Herbert, que imprime personalidad a su obra y a su trasfondo, ya que le permite desarrollar tensiones políticas, ambientales, y centrarse en el estudio psicoanalítico de sus personajes.
De hecho, la religión, la naturaleza dinámica del poder, los efectos del colonialismo, nuestra descarada destrucción de nuestro medio ambiente son temas paralelos a la trama del libro, laberíntica y apasionante. Muestra la importancia primordial de la creación de mitos y de la religión para que el poder se perpetúe durante largos períodos de tiempo. El hombre, como animal político, está completamente desnudo.
Dune es una epopeya de traición política, comportamiento ecológico y liberación mesiánica. Ganó los premios más importantes de ciencia-ficción, Hugo y Nebula, y vendió más de doce millones de copias en vida de Herbert (padre). Hace pocos años, fue considerada como la mejor novela de ciencia-ficción de todos los tiempos en una encuesta de lectores de Wired.