Ilustración realizada por Efealcuadrado (Portada de Invasiones)
Invasiones es un compendio de tres novelas cortas del escritor navarro Ismael Martínez Biurrun, especializado en Terror, cortados por un mismo nexo común -tres invasiones de distinta índole, tanto físicas como psíquicas- y protagonizados por personajes débiles y cobardes, pero lúcidos en la magnitud de la tragedia. Tres estampas, en suma, para representar el Apocalipsis.
Ismael Martínez Biurrun (Pamplona, 1972) presenta en Invasiones (Valdemar, 2017) tres historias con un mismo hilo conductor: la invasión del espacio que el hombre se ha construido a su alrededor y en su mente, y la inminente -y consiguiente- destrucción de sus murallas tanto mentales como físicas. Los héroes, o más bien los antihéroes, de las tres nouvelles están cortados por un mismo patrón: los protagonistas de «Coronación», «El color de la Tierra» y «Nebulosa» son hombres castrados, cobardes y fracasados en sus relaciones sentimentales que, irónicamente, se convierten en los únicos capaces de comprender qué está sucediendo a su alrededor y aceptar el hundimiento de su realidad.
La primera historia, «Coronación», es sin duda la mejor de las tres. Claustrofóbica y asfixiante, logra inducir al lector la sensación de agobio, de endeble cordura que pende de un hilo. Biurrun lo consigue porque invade un escenario reconocible y cotidiano: en pleno centro de Madrid se produce una invasión de origen bíblico: una plaga de langostas atormenta a dos parejas en un lujoso apartamento del piso número veintiséis de la Torre de Valencia.
Mientras Eloy e Irene se preparan para ir a cenar con el jefe de ésta, Bernal, y su mujer embarazada, Asunta, las langostas comienzan a invadir la ciudad como una inofensiva e incómoda plaga que a los pocos días se convertirá en la anécdota del verano. Sin embargo, Eloy, inconscientemente, percibe en el ambiente algo distinto y apocalíptico: observando una imagen de El jardín de las delicias de El Bosco se percata de que «incluso el paraíso aparece ya infectado por pequeñas criaturas, y hay algo en esta idea que podría conmocionarlo, una clase de revelación»; la langosta que irrumpe en la habitación de lectura y pretende devorar las orquídeas de Irene le provoca una sensación premonitoria. La conciencia sobre la situación que Eloy toma desde el principio del libro le transforma en el héroe del mismo para el lector, aunque para el resto de personajes no deje de ser el marido fracasado de Irene.
Iustración
Efealcuadrado
(El Jugador)
Iustración Kevin Mark (Corsario, ¡quiero mis galletas de vuelta!)
Dentro del universo que representa el lujoso apartamento de la Torre de Valencia, Asunta es la representación de la divinidad en la Tierra, su figura está envuelta por un halo de bondad, pureza y dignidad, ella es la vida: «Este es el acontecimiento primordial, único en cada repetición, cada parto el primer parto de la humanidad, aquí no hay nadie más, solamente está Asunta, que no es solamente la madre de Fiona, es la madre de todas las criaturas nacidas y por nacer, es lo que se parte en dos y alumbra al mundo».
Y alberga en su interior el último rayo de esperanza para a humanidad: «Hay una superstición que acaba de nacer en su cabeza y que se ha hecho gigante por su propio absurdo: si consigue que la niña salga bien, si consigue que este alumbramiento sea feliz incluso en mitad de esta pesadilla horrible, entonces, tal vez… Tal vez ese dios enojado que les ha enviado la plaga se dejará ablandar. Será indulgente con ellos. Perdonará a la ciudad entera. Urbi et orbi».
«Coronación» es un claustrofóbico y angustioso relato con tintes de La niebla, de Stephen King, en el que el orden de las cosas queda alterado y predispone a los protagonistas a cambiar su percepción de la realidad, reduciendo así el mundo al apartamento del piso número 26 de la Torre de Valencia y convirtiendo a sus cuatro residentes −cinco, si se tiene en cuenta a Nilo, el hijo de Bernal− en la sublimación de todos los seres humanos y de sus bajezas (traiciones, envidias, cobardías). Sin embargo, la invasión provoca también que del interior de los miembros más débiles de cada pareja− Asunta y Eloy− florezca una extraña fortaleza y valentía que los convertirá en el héroe clásico y la deidad terrenal de la historia, respectivamente.
Foto de
Ismael Martínez Biurrun
Ilustración de Kristian Llana
«El color de la tierra» es, por su parte, un insólito relato, con ciertas concomitancias a La mancha de Juan José Plans, en el que es la propia Tierra la que intenta invadir el espacio del hombre, la que intenta recuperar su territorio expulsándolo. Debido al tipo de invasión, esta vez la historia se sitúa en un espacio abierto, aunque delimitado por la urbanización Arenal Nord y, por consiguiente, las experiencias narradas son superiores, si bien siga los pasos casi exclusivamente del jefe de mantenimiento de la urbanización, Dimas. Al igual que Eloy en la anterior «Coronación», Dimas es otro cobarde que no se atrevió a tomar las riendas de su vida, dejándose arrestrar por sus arremetidas y aferrándose como único salvavidas a un trabajo mediocre que, a la vez, utiliza como refugio para poder sobrellevar una horrible culpa.
El resto de personajes en este relato pasan a ser secundarios y meros ejemplos para demostrar los vicios humanos y para forzar a Dimas a afrontar sus errores del pasado. Justice y Elena ejercen un efecto analgésico sobre sus heridas, tanto físicas como psíquicas; Justice le ayuda a sobrellevar su dolor de espalda vendiéndole marihuana y Elena le ofrece su apoyo para sobrevivir a un viejo amor mediante la comprensión y el sexo. Cuando comienzan a agrietarse la Tierra y la sustancia púrpura y dulzona empieza a escurrirse de su interior, ambos retirarán su apoyo a Dimas, quien deberá encontrar su fortaleza interior para mantener la cordura en un mundo naciente que ya no es el suyo.
Ilustración de
Efealcuadrado
(El ministerio del ministerio)
Ilustración de Kirill Khrol (Tormenta)
Lo único que Dimas puede hacer por resistir al pánico y a la materia púrpura es seguir con las reparaciones de las grietas que aparecen en la urbanización a causa de los terremotos porque «lo normal no puede ser mentir». Cuando se presenta en la fiesta que René y Julia, inquilinos de alquiler en uno de los chalés de Arenal Nord y amigos, en el mismo día en que comienza a agrietarse la tierra, la fiesta se convertirá en ese Jardín de las Delicias que Eloy contempla en «Coronación», y que obligará a Dimas a forzarse por sobrevivir y no dejarse arrastrar por el pánico.
«El color de la Tierra» narra cómo el caos provocado por un desastre natural, la invasión de terremotos y sustancia púrpura, saca lo peor de las personas−robos, peleas, despliegue de vicios con el único objetivo de aprovechar el poco tiempo que queda−, pero también cómo, cuando uno se enfrenta a su fin, se ve obligado a aceptar su realidad interior y tiene el derecho de suplicar por el perdón y ser perdonado.
Por último, en «Nebulosa», la invasión llega desde fuera de la atmosfera terrestre: la tragedia la iniciará un meteorito que supuestamente se iba a desintegrar al penetrar en la atmosfera. Lo que tendría que haber sido un hermoso espectáculo de fuegos artificiales se convertirá en la peor pesadilla de los aficionados a la astronomía que pretendían disfrutar el evento.
El patrón de los personajes es aquí el mismo que en los dos anteriores relatos; nos encontramos con una nueva pareja (reciente, en este caso y ya abocada al fracaso): Bárbara y Asís. Como Eloy y Dimas, la virilidad de Asís queda en entredicho, de igual manera que queda patente su cobardía y egoísmo. Pero, a diferencia de los protagonistas de los dos relatos anteriores, Asís no se convierte en un héroe, ni consigue ser merecedor del perdón por sus errores y cobardías: pasa de ser un cobarde al villano de la historia.
La invasión a la que se enfrenta Asís se reduce a su cabeza: cree que una especie extraterrestre microscópica ha invadido su cuerpo y siente la oscura necesidad de encontrar a su enemigo, que se encuentra entre los afectados por el impacto del asteroide. Lo que el lector puede esperar de «Nebulosa» es una disparatada historia en la que su protagonista, «el amigo serio, el que estudió medicina para hacer algo útil de verdad, […] el sensato y cabal», pierde completamente la cabeza y abandona su vida con la intención de enfrentarse y eliminar al «enemigo», y que lo único que encontrará será un absurdo final.
Los tres relatos contenidos en Invasiones atrapan al lector en una agobiante atmosfera, acentuada no sólo por las tres formas de parisitismo a las que alude el título, sino también por los comportamientos de sus protagonistas, y que, en mayor o menor medida, se transformará en una insoportable sensación de ahogo que culminará en un absurdo desenlace.
Ilustración realizada por Efealcuadrado (Pasaje lejos)