Material sensible es la tercera antología de cuentos de Neil Gaiman y también un muestrario de su imaginación y versatilidad: en ella abundan los fantasmas, los cuentos de hadas, las maravillas y también las perturbaciones.

The Fables of Lafontaine, de Jean de la Fontaine. Grabado de Gustave Doré

Portada de la edición de Salamandra

Atención material sensible!», grita Neil Gaiman a sus potenciales lectores con este impetuoso título. Un aviso que o los convencerá a entrar en un mundo peligroso, aterrador y misterioso, o los hará desistir y dirigirse hacia títulos menos “prohibitivos”. El creador de Coraline (2002) y Sandman (1988-1996) firma con el título de Material sensible (Salamandra, 2015) su tercera antología, una maravillosa colección de veinticinco relatos breves y poemas que conquistará a sus lectores. En la introducción Gaiman nos deleita con una verdadera declaración poética, un homenaje a los cuentos en todas sus variedades estilísticas y temáticas.

«Yo me crié amando y respetando los cuentos. Me parecía que eran las composiciones más puras y perfectas que podía crear un ser humano. (…) Los cuento son esos lugares donde puedo volar, experimentar, jugar. Son sitios donde puedo cometer errores y vivir pequeñas aventuras.»

Luego, nos coge de la mano y nos acompaña por todas y cada una de sus composiciones, explicándonos las circunstancias en las que ha nacido la idea, cuándo se ha escrito y por qué o en quién se ha inspirado. También nos pide disculpas porque en esta tercera antología no haya un hilo conductor, sea una mezcla de forma, estilos y temáticas distintas. Pasamos de relatos breves a poemas, de historias de terror y fantasmas a cuentos de hadas, de personajes ficticios a personajes reales.

Así que desde el principio sabemos que vamos a adentrarnos no en un uno sino en múltiples mundos, unos más interesantes que otros, más espeluznantes, más imaginativos, más sorprendentes, pero todos de alguna manera perturbadores.

«Todos llevamos máscara. Eso es lo que nos hace tan interesantes. Estas historias tratan sobre esas máscaras y sobre las personas que nos ocultamos tras ellas.»

Cada relato de Gaiman tiene algo sorprendente y ese algo es cada vez un elemento distinto. Resalta sin duda su extraordinaria imaginación a la hora de forjar estas pequeñas joyas narrativas, sea cual sea la temática o el estilo elegido para ello. Destacan sobre todo los cuentos de hadas, si así se pueden llamar sus versiones modernas o sus reinterpretaciones de las fábulas clásicas. «Había una vez, en la Antigüedad, una chica…»: así empieza el breve relato “Diamantes y perlas: un cuento de hadas”. No obstante Gaiman abra la historia con el clásico íncipit de las fábulas, nos sitúe en la Antigüedad, y nos hable de una chica que parece evocar a la conocida Cenicienta, de repente nos catapulta a un mundo más cercano a nuestra época, donde hay ascensores, prostitutas, drogas y camellos. Nada más lejos de un cuento de hadas, si no fuera por esos diamantes… Si por un lado tenemos a una moderna Cenicienta que no busca a su Príncipe azul, por el otro tenemos a una nueva versión de Blancanieves y La bella durmiente. Las encontramos en en relato “La joven durmiente y el huso”, una historia inspirada en ambas, donde por primera vez las protagonistas adquieren un papel activo y no pasivo, como en sus versiones más clásicas.

Pasamos página, salimos del mágico mundo de las hadas y nos sumergimos en el futuro más lejano con “Y llora, como Alejandro”, un brevísimo relato que abarca un tema inmenso: los inventos del futuro y las consecuencias, o no, de la tecnología. Gaiman se imagina que todos los inventos que le prometieron cuando era niño, como las naves espaciales, los coches voladores o los viajes en otros planetas, llegaron a hacerse, pero pocos tienen memoria de aquellos tiempos porque todo cambió cuando llegó el desinventor, un tal Obediah Polkinghorn. Tuvo que desinventar los coches voladores porque había mucho tráfico en el aire, y lo mismo pasó con las naves espaciales, la energía nuclear o los teléfonos móviles.

Gustave Doré, Érase una vez

El autor hace una velada crítica a estos aparatos y la transformación que han producido en las personas. Quizás sea culpa del aburrimiento, dice, pero lo cierto es que todo el mundo se queda hipnotizado por esas pantallas brillantes y ya no consigue levantar la mirada y ver el mundo a su alrededor.

Con Material sensible Gaiman nos demuestra no sólo su portentosa imaginación sino también su extraordinaria versatilidad en pasar de un estilo a otro centrándose en lo importante: la historia. Así nos topamos con poemas sobre “Como montar una silla” o sobre una invitación perdida (“Ceñirse a las formalidades”); con un texto compuesto por las respuestas a un cuestionario periodístico que sólo podemos imaginar (“Naranja”), o con un calendario de textos, uno para cada mes del año (“Un calendario de cuentos”). Gaiman nos regalas historias y juegos narrativos que entretienen, divierten, sorprenden y, en muchos casos, asustan.

En esta peculiar antología no faltan los homenajes a historias, personajes y escritores que han marcado la vida del autor británico. Con el cuento “El caso de la muerte y la miel” nos adentramos en el universo de Sherlock Holmes, el formidable doctor Watson y Mycroft Holmes. Gaiman, apasionado desde niño a las aventuras del detective de Baker Street, intenta buscar una explicación al por qué Sherlock Holmes habría decidido dedicarse a la apicultura. “El hombre que olvidó a Ray Bradbury” es un regalo que Gaiman escribe por los 90 años del autor de Crónicas marcianas y Fahrenheit 451.

Es como una carta de amor y agradecimiento hacia aquel escritor que le hizo soñar; en ella, Gaiman habla de la memoria, del arte, de la escritura, de los libros, y, cómo no, del fuego y de los bomberos. Por último, “La nada en punto” es un homenaje a la serie Doctor Who, aunque no haga falta conocerla para poder disfrutar de este cuento espeluznante e inquietante sobre el tiempo y el universo. Un Señor del tiempo que atraviesa el espacio en una cabina telefónica y unos monstruos con caretas de lobo os abrirán las puertas al mundo del Doctor Who.

Gaiman cierra la antología con la novela breve “Blag Dog”, la única obra inédita de este volumen y sin duda la mejor. La historia gira entorno a Baldur «Sombra» Moon, un personaje retomado de su anterior novela American Gods (2001) y que aparece también en otros cuentos del autor.

Gustave Doré, El ratón de campo y el ratón de ciudad

Gaiman no podía despedirse mejor de sus lectores, con una historia que sorprende en cada página y donde se mezclan fantasmas, asesinatos, suspense y misterio. Un perro negro que preanuncia una muerte inminente, un fantasma atrapado en una pared, un lugar místico y repleto de misterio, es lo que le espera a nuestro protagonista, un hombre cualquiera que sólo fue a tomarse una copa en un pub.

Hay cosas que nos perturban y Material sensible es una de ellas.

Gustave Doré, La Bella Durmiente