«Nunca creas nada que salga de la boca de un tipo que pone precio a sus palabras» (Amarillo, Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido)

Jack Kerouac, joven león, bucea tranquilo bajo el sol en la piscina de un motel norteamericano. Los rayos de luz que se filtran a través del agua serán su último refugio de calma y también la primera viñeta en Blacksad 5: Amarillo (Norma Editorial). Nada más asomar la cabeza fuera de la piscina, el brazo de bisonte de Allen Ginsberg, con una camisa de cuadros arremangada, ataca a Kerouac y le vuelve a hundir. Ginsberg -o más bien su álter ego de cómic: Abraham Greenberg- deja coger aire a Jack -Chad, según el guión de Juan Díaz Canales– y le pregunta, amenazante, quién es el mejor poeta de todos los tiempos. «¡Tú! ¡Abraham Greenberg!», responde Chad con las fauces desencajadas, pero el bisonte no está contento y vuelve a ahogarle en la piscina. «¡No, estúpido ignorante! ¡Artaud es el más grande!»

Así comienza la quinta entrega de Blacksad, la saga de cómics más exitosa que jamás hayan publicado unos autores españoles. Y no decimos saga española porque fue la editorial francesa Dargaud quien apostó primero por Blacksad; a este lado de los Pirineos publicar una obra original ilustrada es una aventura homérica.

Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido firmaron en 2013 Amarillo, un trabajo brillante pero, también, el álbum más flojo de la serie. Debe de ser complicado mantener el nivel que te pone en línea con los grandes premios, aunque cuentes con el inmenso talento a los lápices de Juanjo Guarnido. El último tomo de Blacksad volvería a destacar en cualquier colección. Sin embargo, cuando lo ves en la estantería junto a los cuatro anteriores, el mostaza de su lomo absorbe un cariz mate, algo desvaído. Sin ser de sobresaliente, el azul de El infierno, el silencio -la anterior entrega- eclipsa a Amarillo, y los rojos, blancos y negros de la trilogía original devoran a estos dos últimos.

Es una lástima constatar que las historias del gato detective viajan cuesta abajo en Cadillac, pero alivia ver que las mimbres con las que tejieron el espíritu original de la serie siguen ahí, en cada página, casi en cada viñeta. El tándem que forman Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido ha ganado ya un premio del Festival de Angoulema, un premio Harvey, tres premios Eisner (se dice rápido) y varios galardones en Expocómic de Madrid y el Salón del Cómic de Barcelona. Precisamente en este último, que se celebra en poco más de un mes, Blacksad 5: Amarillo vuelve a ser candidato para llevarse el reconocimiento como Mejor Obra de Autor Español publicada en España en 2013. Y si los votantes profesionales consiguieran abstraerse de las cuatro entregas anteriores, sus posibilidades de obtenerlo serían inmensas.

Sin embargo, a los lectores del cómic les tiene que chirriar ver al gato negro con una pose tan despreocupada, ajeno a todo, espectador casual… John Blacksad, el protagonista, es tan cándido que parece un pardillo. Toda su preocupación es llevar un coche desde Nueva Orleans (donde se desarrolla Blacksad 4: El infierno, el silencio) hasta Tulsa, Oklahoma, pero a las primeras de cambio ¡le roban el vehículo! Como parece “un tío legal”, una banda de moteros le invita a montar con él y, sin perder la sonrisa, el gato se pone a recorrer carretera en traje y corbata hasta Amarillo, Texas.

Lo cierto es que el detective avisa en las primeras viñetas: necesita un cambio de aires pero está sin blanca, quiere un trabajo tranquilo en el que no tenga que esquivar balas, está cansado de tanta desgracia a su alrededor… Parece que Canales y Guarnido, también cansados, se dan un reposo de la fórmula de film noir desde la que construyeron los álbumes anteriores y se pasan a la road movie. Cadillac, Triumph, Beatle, pick-up… John Blacksad los prueba todos. Empieza en un aeropuerto y termina en una estación de tren. ¡Hasta pasa por una terminal de autobuses Greyhound! Pero ni rastro de las problemáticas sociales que salpican el resto de la saga. El discurso de Amarillo, suma de casualidades, tiene más que ver con un libro de aventuras que con una novela negra.

En las ambientaciones se encuentran los mejores elementos de Amarillo. La profunda paleta de Juanjo Guarnido y su maravillosa habilidad para dar vida a toda suerte de animales antropomórficos mantienen el ritmo y la atención, crean una burbuja para que el lector no se escape hasta que no haya dado la vuelta a la contracubierta de cartoné. 

Sabe amargo no aplaudir a Juanjo Guarnido y a Juan Díaz Canales la primera vez que pisan Fabulantes, pero sería mucho más injusto celebrar sus virtudes ausentes. El quinto tomo de Blacksad sigue una buena receta, cuenta con los mejores ingredientes, pero falla al espesar la salsa. Queda insulso, igual que quedaron insulsas otras obras de los mejores autores. Fallaron Moebius, Mike Mignola, Alan Moore, Fabien Vehlmann, Alex Alice, Neil Gaiman y en esta ocasión fallan ellos. Habrá que probar su siguiente receta.