Ilustración de Rene Fijten inspirada en la obra de Miéville, http://renefijten.blogspot.com.es/

Ilustración de Rene Fijten inspirada en la obra de Miéville, http://renefijten.blogspot.com.es/
Ilustración de Rene Fijten inspirada en la obra de Miéville,

La ciudad y la ciudad (La factoría de Ideas, 2012) es la mejor novela de China Miéville (Norwick, Inglaterra, 1972) hasta el momento y un giro total a su estilo y temas más característicos.

Libro ganador de múltiples premios (Hugo, Locus, World Fantasy Award…), todavía no ostenta todos los galardones a los que tendría derecho. Sucede así porque en la literatura canónica, esa que tanto gusta a los sumilleres de la crítica como Harold Bloom y compañía, si bien la ciencia-ficción tiene ya alguna que otra puerta de acceso –aunque en las últimas décadas no se haya abierto de nuevo-, la fantasía sigue siendo un terreno vedado, quizás visto como más propio de lo popular que de lo excelso. Idea claramente injusta que, en casos como el que nos ocupa, sigue sin reconocer a una de las voces más sugerentes y originales del panorama literario global contemporáneo.

Eso sí, no se puede negar que en su esfuerzo por romper con dogmas y tabúes preconcebidos, China Miéville pone todo su empeño, mejorando obra tras obra la capacidad de renovación de su estilo y de impulso de su ambición creativa.

En este sentido, La ciudad y la ciudad supera con creces cualquier novela anterior suya. La superposición de elementos y, por tanto, la multiplicación de las posibilidades de lectura, es tan amplia, que resulta un atrevimiento audaz el afrontar cualquier crítica. Diga lo que diga aquí, cualquier lector tendría elementos más que suficientes no sólo para matizar o contradecir mi opinión, sino también para aportar una visión propia totalmente diferente a la mía… y posiblemente también totalmente acertada. Un logro conseguido mientras se mantiene en todo momento la coherencia argumental, la tensión dramática y el interés por la historia.

La habilidad para tal malabarismo resulta sobresaliente desde el primer momento. No en vano, La ciudad y la ciudad se mueve en un complejo e inaprehensible espacio intersticial entre dos ciudades en pugna: Breszel y Ul Qoma, que son en realidad una misma ciudad dividida en dos. Aunque desconocemos por completo los motivos y las condiciones de la partición, sí observamos con claridad las diferencias entre las dos ciudadanías. El reto crece cuando Miéville genera una forma de no verse (desver) ni percibirse (desentir) totalmente novedoso, pues la compartición del espacio deja de ser impedimento para que las dos ciudades (y sus habitantes) sean ciegas la una ante la otra.

En tal contexto, y aquí está el eje de la trama, tiene lugar la muerte de una mujer, arqueóloga en una excavación que pretendía explicar los orígenes de la división de las ciudades. El inspector Tyador Borlú comienza en la ciudad de Breszel una investigación que lo llevará a descubrir las bases de la tensión entre ambas ciudades: los nacionalistas, los unionistas, los especuladores que anuncian una tercera ciudad oculta (Orciny), los intereses políticos… Sin embargo, para todos los ciudadanos permanece opaca la fuerza mantenedora del orden, la Brecha, que garantiza el cumplimiento de la ley en ambas ciudades sin posibilidad de que se mezclen o confundan entre ellas. Una fuerza policial especial con permisos omnímodos, a la que se encuentran sometidas las fuerzas policiales de ambas ciudades, y que cuenta con una discrecionalidad y capacidad prácticamente ilimitadas respecto a las ciudadanías de Brezsel y Ul Qoma.

La investigación en estas condiciones, claro, no está exenta de dificultad e interés. Tyador Borlú debe respetar la ley de la ciudad sin caer en una Brecha y, al mismo tiempo, debe resolver un crimen posiblemente relacionado con ella. ¿Cómo conseguirlo? No en vano, estamos sobre un punto de equilibrio extremadamente frágil, obstaculizado por muchos intereses de todo tipo, y únicamente mantenido por la habilidad de Borlú para jugar con fuego sin quemarse.

Como cualquier lector puede imaginarse, llegados a este punto, las posibilidades de lectura se amplían en todas direcciones. Desde el punto de vista sociológico, es posible destacar las diferencias que matizan a una y otra ciudadanía en su curiosa convivencia. Desde un punto de vista político, las tensiones entre unionistas y nacionalistas se materializan en una investigación que podría trastocar el statu quo entre ambas perspectivas. Desde un punto de vista filosófico, los mecanismos de desver o desentir al otro tienen también una evidente lectura en cuanto mecanismo de convivencia. O desde el punto de vista ético, la Brecha juega un papel crucial en el equilibrio entre la seguridad y la libertad de una ciudadanía que no puede sentirse ni tocarse.

Estamos ante una novela poliédrica de núcleo policíaco y matices fantásticos cuyas extensas extremidades permiten al lector una multiplicidad de lecturas. La experiencia de La ciudad y la ciudad resulta coherente con una contemporaneidad abierta también a tensiones de todo tipo y que, con claridad, se reflejan en la trama y personajes de la novela.

China Miéville construye un cuadro actual de un mundo vigente, adaptado a cada lector en sus inquietudes e intereses. Un recorrido por La ciudad y la ciudad resulta un recorrido por todo nuestro mundo actual y sus problemas. Un sobresaliente resultado para un autor que promete ser uno de los que, con más posibilidades, puedan por fin romper el techo de cristal que le permite a la fantasía acceder a nuevos límites, a nuevos retos y nuevos logros. El mejor premio que se le puede dar a este autor es el de seguir leyendo con pasión todas sus obras, con la seguridad de que cualquier nueva novela supera lo anterior y supone un punto de gozo imprescindible antes de la siguiente. Una novela excepcional.