Viajero de gris es una de las obras más comprometidas del tándem Carlos Trillo/ Alberto Breccia. A partir de los viajes temporales de Cornelius Dark, guionista y dibujante realizan un friso nada amable de su época, que es una crítica a la Argentina dictatorial.

Cornelius Dark regresa a la prisión después de un fallido intento de fuga. Ha querido relacionarse con otros hombres, ver la luz del sol; su crimen se castigará en una celda de aislamiento. Dark, hombre curtido por la soledad, como algunos de sus vecinos de cautiverio, se aferrará a su imaginación para evadirse de su horrible realidad, para conservar un ápice de cordura y, por ende, de humanidad. Se convertirá en un viajero imaginario.

Los sueños que tendrá, vívidos, ricos, tristes, girarán alrededor de otros sujetos solitarios, cautivos en alguna medida, psicológica, espiritual o física. Dark ingresará en estos mundos, proyecciones de momentos y lugares puntuales de la historia (la China antigua; la revolución francesa; la guerra de secesión americana), para ser parte activa de hechos que, sin cambiar el curso universal de los acontecimientos, sí tendrán repercusión en las personas afectadas. Se erigirá en cruzado onírico, confidente, amante platónico, amigo. En todo aquello que su realidad le impide ser.

Cornelius Dark es el personaje central de Viajero de gris, el cómic que recopila unas historietas de 1978 y 1980 creadas por el tándem Carlos Trillo (Buenos Aires, 1943–Londres, 2011)/Alberto Breccia (Montevideo, 1919-Buenos Aires 1993) bajo el título de Los ojos y la mente. Considerada por los expertos como una obra de transición de los dos autores, leyendas de la historieta argentina, Viajero de gris nace en pleno Proceso de Reorganización Nacional, pomposo eufemismo que ocultaba una feroz dictadura de represión sistemática. Menor en calado que la anterior (o quizás contemporánea, o posterior, porque las fechas bailan constantemente, sin importar demasiado, en la bibliografía del dibujante uruguayo) Buscavidas, también del dúo, es, asimismo, un alegato a favor de la libertad, la reivindicación del clamor que susurran los habitantes de un país dominado por un perpetuo toque de queda.

Viajero de gris fue mutilado en varias de las ediciones que lo dieron a conocer y que difícilmente respetaban la concepción original planteada por Trillo y Breccia. Los dibujos y sobre todo la historia sufrieron las inclemencias del caos organizativo, así como de la inconstancia, de ciertas editoriales. Los seis capítulos que conforman el cómic sólo fueron presentados tal cual Trillo los escribió y Breccia los dibujó en 2003, en la colección bonaerense Cuadro por cuadro (SCN Ediciones). Cada uno de estos capítulos será en sí mismo una “fábula moral”, en palabras de Jaime Rodríguez, prologuista de la edición, un proceso de degradación personal en el que Dark irá participando en hechos cada vez más sombríos, más estúpidos, hasta su definitiva rebaja final.

Cornelius Dark parece tanto o más irreal que los sueños que vive. Su rostro, inspirado a ratos en Klaus Kinski, es una nudosa máscara; su nombre, que podría resultar impostado, falso, es su seña de identidad: le acompañan las sombras, la oscuridad, la infelicidad, el infortunio. Breccia le rodea de edificios espídicos, de borrones humanos al límite del paroxismo. Le enfrenta a lo desagradable, a lo monstruoso, mediante collages, trazos desvaídos, garabatos descuidados. A veces, se permite perderle en esquinas que propagan las siluetas grotescas del expresionismo alemán o en los desesperados paisajes de Van Gogh. Siempre le mantiene fiel a un una continua experimentación gráfica, en un constante aprendizaje que no concede dos páginas iguales. Le rodea de parodias de hombres, de monumentos corales que intentan demostrar algo de humanidad.

Mientras Breccia extiende pátinas de sombras, Trillo examina al sueñoadicto: “Sus sueños de libertad se parecen cada vez más a la vida”. Una vida que confluye en la losa de este epitafio: “Otro que se está volviendo loco”. Otro Randolph Carter.